jueves, 3 de mayo de 2012
OLOÑI
Olofin ordenó que tres babalawos muy reputados acudieran a su presencia para que le dijeran qué sucedería en su casa. Los de mayor edad tiraron el ékuele y por no presagiarle una desgracia, le contestaron que no había nada que temer. Pero el más pequeño de los tres que se llamaba Oloñí, discrepó de los mayores y dijo que de acuerdo a como había caído el ékuele, presagiaba la muerte de un niño. Los babalawos no lograron ponerse de acuerdo y, cierto tiempo después, murió un hijo de Olofin, quien se indignó mucho.
Los invitó a que acudieran a su palacio y preparó tres jícaras tapadas. Les indicó a los babalawos que se sentaran a la mesa, pero Oloñí, que se había registrado con el ékuele esa mañana, dijo que él comería solo. Cuando se dirigía a un rincón de la casa para comer, vino un águila y se lo llevó a una montaña donde encontró grandes riquezas. Los otros dos, por mentirosos, tuvieron que comer los desperdicios que les brindó Olofin.
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