Orí tenía un negocio de vender obí en la plaza, pero como estaba sola, no se
podía valer bien. Un día pasó Shangó por allí a comprar unos cocos, Orí le contó
su situación y le pidió que la ayudara, pero Shangó le dio evasivas y se
fue.
Días después, pasó Orula por allí y Orí le pidió ayuda. El adivino le dijo
que tenía que hacer una ceremonia de rogación con dieciséis viandas, dieciséis
cocos y dieciséis pesos durante dieciséis días. Orí así lo hizo y mientras
pasaban los dieciséis días le fueron saliendo el tronco y las extremidades, de
manera tal que, al transcurrir el plazo señalado por Orula, ya el cuerpo estaba
completo.
Por eso Orí dispuso que Orula fuera su padre
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